Instructores de vivencias en positivo
¡Cuánto nos gustan las metas a las que aspiramos y qué poco nos comprometemos, en ocasiones, con su consecución!
Hoy te quiero hablar de la diferencia que existe entre las metas de logros (u objetivos) y las de hábitos.
Se trata de dos conceptos distintos pero que confundimos con cierta asiduidad. Dicha confusión puede, en ocasiones, provocar que tiremos la toalla antes de tiempo.
Imagina que tienes el propósito de aumentar tu inteligencia. Para ello, piensas que debes leer más.
El hábito que debes incorporar es el de la lectura para alcanzar el objetivo de ser más inteligente.
Ese hábito no es algo puntual y rápida consecución sino que es algo a incorporar de forma progresiva a lo largo de tu vida.
Quizás hayas escuchado en alguna ocasión que un hábito se puede alcanzar en 21 días; sin embargo, otros estudios hablan de, al menos, 66 días para establecerlo.
En mi experiencia, es algo muy variable y que depende de cada persona: habrá personas que lo logren en pocos meses; y otras que necesiten de años para conseguir que el hábito se les quede fijado.
En cualquier caso, un hábito se adquiere más rápidamente si existe un “para qué” que active la motivación interna de la persona que quiere adquirirlo.
Y es que a las motivaciones se las puede clasificar en dos grupos bien diferenciados: las internas, que son las que parten desde tu psique interior y generan mayor fuerza motriz; y las externas, que vienen determinadas por las circunstancias externas y son más fáciles de detener.
Un ejemplo de motivación externa podría ser cuando tu jefe te ofrece un poco más de dinero para que te quedes a hacer horas extras de trabajo. Esa motivación, y la recompensa que se obtiene, suelen ser transitorios y de rápido olvido por lo que los resultados no suelen mantenerse en el tiempo.
La motivación interna es mucho más poderosa y se pueden utilizar, no sólo para lograr establecer metas de hábitos (a largo plazo), sino que también son útiles para establecer las metas de logros (más a corto plazo) con resultados palpables.
Esos logros nos impulsan, a su vez, a seguir adelante alimentando la hoguera de la motivación interna.
Debemos utilizar una estrategia que combine la motivación interna de largo plazo con pequeños empujes en el corto que hagan que la inercia no detenga la consecución de tus metas.
Y es que, cuando el camino es largo, y por mucho impulso que se imprima al principio, siempre hay momentos en los que el ánimo decae y es necesario una nueva inyección de motivación que nos catapulte hacia arriba.
Ese momento de incertidumbre y de dudas es como atravesar un desierto al que no se le ve fin y es cuando las metas de logros te permiten seguir dando pasos adelante con la dirección fijada por tus “para qués”.
Aclara bien tus “para qués” para que los puedas utilizar como revulsivo en los momentos en los que tu motivación flojee.
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