¿Te han sido alguna vez infiel?

“Sé que la vida no es de color de rosa. Sin embargo, no me esperaba que me engañara. Habría puesto la mano en el fuego por mi pareja. Ahora estoy mal, no tengo ganas de comer, no duermo, apenas salgo y me paso las horas llorando. No entiendo. No entiendo por qué arriesgó toda nuestra vida y nuestra relación por un ratito de placer. ¿Qué le faltaba? Me gustaría saberlo para pasar página.”

Lo siento, siento que estés así

Sé que duele, que no tienes las ganas de continuar y que te gustaría despertar de la pesadilla que se repite cada vez que abres los ojos y recuerdas que no estás durmiendo. 

Sé que te miras al espejo y no te gustas y que, cuando ves las fotos de tu móvil a su lado, serías capaz de matar. 

Siento que aún no tengas las respuestas y que eso no te permita pasar página. Y siento además que tus dudas te roben la tranquilidad de pensamiento sin saber si se volverá a repetir.

¡Ójala tuviera una bola mágica que me lo contara, serías la primera persona a la que se lo diría!

Sin embargo, ahora que lo has sufrido, la pregunta es: ¿qué vas a hacer?

Sé que no puedes borrar lo que pasó, y por mucho que perdones no lo olvidarás. 

No obstante depende sólo de ti: sufrir el resto de tus días y languidecer en el sofá cama del salón con muchos gatos alrededor; o ponerte en pie para dar los…

5 pasos, sólo 5 pasos para superar la infidelidad.

Más fácil sólo se lo ponían a Napoleón.

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¿Aún tienes dudas?

Permíteme que te cuente la historia de Ana...

Ana tenía 42 años cuando su pareja, con la que estaba casada desde hace 17 años, le dijo que tenía algo que contarle. Cuando él le relató lo acontecido y cómo le había engañado con una compañera del trabajo, quiso morirse. 

Tanto, que intentó quitarse del medio para dejar de sufrir. No fue la primera ni sería la última. Cinco años más tarde, separada, con dos hijos que casi no veía, la trajeron a mi consulta. 

Aún puedo recordar el rostro de dolor al abrir la puerta de mi despacho. Lo primero que me dijo era que ella no quería venir, que le habían traído obligada sus padres. Lo segundo, que prefería estar muerta a vivir con tanto sufrimiento. 

Cuando me contó lo que pasó, le pedí permiso para saber si podía decirle algo. Me dijo que sí y entonces le dije: “Tú quieres vivir, lo que no quieres es hacerlo sufriendo, así que va siendo hora de que te deje de doler”. 

En ese momento se echó a llorar y comenzamos a currar.

Como la de Ana, tengo demasiadas historias guardadas en mi memoria.

Dieciséis años de experiencia como médico y sexóloga dan para mucho. Con ello no quiero que saques tu pañuelo de lágrimas; como mucho la botella de champán para celebrar que Ana hoy en día se ha vuelto a enamorar, vive con su nueva pareja y ha pedido revisión para la custodia compartida. Y eso merece celebración.

La misma o más que podremos darnos si tú también das el paso, mandamos a hacer gárgaras al sufrimiento y apostamos por seguir viviendo.

Atrévete a vivir sin miedos, sin celos y sin desconfianzas.

Estás a un sólo click de dar el paso.

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