LA MADRE QUE PARIÓ A ÍCARO

Quizás conozcas el mito de Ícaro pero, ¿lo has sufrido en tus propias carnes? Seguro que sí. Hoy te quiero contar el mito y te quiero invitar a reflexionar sobre ello.


Al sur de la isla griega de Samos se encuentra el mar de Icario, donde se cuenta que murió Ícaro víctima de su orgullo desmedido. Su padre, Dédalo, fue condenado por sabotear la obra del rey Minos (el famoso captor del Minotauro). 


Dédalo elaboró un plan minucioso para escapar mediante el uso de unas alas fabricadas a base de plumas y cera. Dédalo advirtió a su hijo que se abstuviera de volar cerca del Sol.


Sin embargo, Ícaro, extasiado por su recién adquirida capacidad para volar, desobedeció a su padre y voló demasiado alto. Entonces, la cera de las alas se derritió y cayó al mar falleciendo.


La lectura que podemos hacer de este mito viene a ser, más o menos, la siguiente: no desobedezcas a tu padre y no te creas mejor de lo que eres. Y, sobre todo, nunca te creas que tienes la capacidad para hacer lo que sólo los dioses pueden. Vamos, aquello de “más dura será la caída”.


Sin embargo, volar demasiado bajo, tan sólo por temor, puede llevarnos a otro tipo de peligros: al acostumbramiento y a convencernos de que no somos capaces o de que no valemos para algo. A no dar lo mejor de nosotros mismos. A no lograr la excelencia.


En definitiva, que nos conformamos con “intentarlo” sin poner todo lo que podríamos poner de nuestra parte. Sin esa confianza en nosotros mismos, nos vemos obligados a volar más bajo de lo que podríamos.


Lo cierto es que tú puedes hacer aquello que te propongas (dentro de tus capacidades, claro). Aunque, si quieres conformarte con menos, lo respetaré. 


Si terminas conformándote con poco, sólo porque te dijeron que te podría pasar como a Ícaro, piensa en la posibilidad de que el problema no sea tanto tu prepotencia, tu arrogancia o tu orgullo como su miedo de no haber sido capaz de lograrlo por ellos mismos. Puede ser ese miedo que te han inoculado el que te esté diciendo: “y si, y si, y si…” (recuerda las “isitis” de las que hablamos en su día; te dejo el enlace: INVIVEN 1×11. Las “ISITIS”).


Quiero que reflexiones y que te des cuenta por ti mismo de las veces que te ha pasado algo parecido: que las personas que más quieres han hecho que te conformaras con volar bajo para evitar peligros. Recuerda siempre que volando bajo puedes encontrarte con otros peligros distintos. 


Y el mayor de esos peligros de bajura es que te conviertas en alguien que no eres, sino en la persona que los demás quieren que seas.


Estoy segura de que vivimos en un mundo donde se puede volar muy alto. Y como prueba, observa a la gente que lo hace. Gente que vuela sin la necesidad de pisar las cabezas de los que tiene debajo.


Y si te caes, siempre puede haber una lancha a motor que te recoja del mar. Y tal vez entonces hayas logrado hacer algún aprendizaje importante para la próxima vez.


Nadie puede decidir hasta dónde tú puedes llegar. Absolutamente NADIE.


Yo le pido al Universo que tus metas sean las que tú quieras marcarte. Sólo TÚ.


Deja de lado el miedo al fracaso y empieza a tener el coraje de alcanzar tu éxito.

Será un placer acompañarte desde la Tribu “INVIVEN”. Recuerda que, si no quieres conformarte con las migajas, puedes matricularte en la formación online “INVIVEN “(Instructores de Vivencias en Positivo) que cuenta con el aval de la Universidad Europea Miguel de Cervantes. 

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Muchas gracias.

 

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