Instructores de vivencias en positivo
¿Conoces a alguna persona que, a cualquier cosa que le preguntes, siempre contesta “no sé”?
Da igual que le preguntes lo que quiere hacer, por lo que se plantea en la vida o por el destino deseado para las siguientes vacaciones. Siempre dice “no sé”.
No me digas que no resulta un poquito desesperante.
Tanto, que muchas personas pueden llegar a sentir que la única intención de estas personas es sacarles de sus casillas.
La realidad es que existen personas que no saben realmente lo que quieren hacer con su vida porque en ningún momento se han parado a planteárselo.
Son personas que van dando tumbos porque no tienen “para qués”.
Hasta cierto punto, todos hemos atravesado momentos en los que nos sentíamos así, es lo normal: nadie te enseña a plantearte este tipo de cosas sino que vamos aprendiendo sobre la marcha. Fruto de la experiencia.
El conocimiento de esos “para qués” requiere de una correcta planificación. Es decir, del desarrollo de la inteligencia ejecutiva. Por eso es mucho más interesante enseñar a los niños a que aprendan a planificar lo que quieran ser a dárselo todo mascadito.
Tenemos una generación que probablemente será la mejor preparada y cualificada desde un punto de vista intelectual. Eso sí, desde el punto de vista de la inteligencia emocional y, sobre todo, de la inteligencia ejecutiva, cojean bastante.
Porque se lo han dado todo hecho en la vida y no han sentido la necesidad de planificarse.
Tenemos demasiado miedo a que nuestros hijos vuelen, a que corten el cordón umbilical, a que no dependan de nosotros.
Piensa por un instante en toda la gente que tienes alrededor y las cosas que haces por ellos. Plantéate si lo haces por ellos o, en realidad, lo estás haciendo por ti. Con sinceridad.
Si lo haces por ellos, no se te olvide que tendrías que habérselo enseñado, no habérselo hecho. Como en el dicho: “si quieres que alguien coma todos los días, no le des peces, enséñales a pescar”.
Sin embargo, aunque todos sabemos la teoría, en la práctica lo que pasa es que lo hacemos nosotros.
Por eso, cuando los niños de hoy en día llegan al instituto, como se lo hemos hecho todo, vemos cómo caen en un precipicio cuando se enfrentan de repente a un mundo de asunción de responsabilidades.
O puede ser aún peor y que a esos jóvenes sigan haciéndoselo todo y lleguen a la universidad o a su primer trabajo sin haber tenido que enfrentarse a la realidad.
Ante la perspectiva de no haber dedicado el tiempo suficiente para saber qué hacer en la vida, muchas personas van poniendo parches y ocupando el tiempo en lo primero que encuentran. Sin planificación ni orientación alguna.
Si todo esto te está pasando o conoces a alguien que le esté pasando, lo primero que debería hacer es frenar y empezar a hacerse preguntas.
Tener un plan en la vida no significa que éste no pueda ser modificado en el caso de que veamos que no funciona. Van a existir multitud de circunstancias que nos harán replantearnos nuestro rumbo.
Muchas de esas circunstancias no entrarán dentro de nuestro círculo de competencia y no podremos hacer nada por modificarlas. En estos casos, lo que sí que podremos modificar es nuestra actitud frente a ellas para seguir creciendo..
Planificar consiste en pensar para qué quieres algo en la vida. No por qué, sino para qué. Pensar en términos de misión personal, de valor que puedes aportar al mundo.
Estoy de verdad convencida en que cada una de las personas que habitan este mundo tiene algún valor que aportar. Todo el mundo tiene sus fortalezas.
Una vez que hayas descubierto tu misión, tu para qué, debes de hacer el ejercicio de visualizarlo. Imagina cómo va a ser el futuro como si ya estuvieras viviéndolo.
¿Cómo te imaginas que será tu vida? En el momento en que sabes qué quieres y cuál es tu objetivo, todo es mucho más fácil: sólo nos quedaría plantearnos los “cómos”.
Pero es importante seguir el orden correcto: primero los “para qués” y luego los “cómos”. No dejes que la falta de visión de un “cómo” te anule un buen “para qué”.
Así que no me vengas diciendo que no sabes. Porque, si no sabes, lo que tienes que hacer es coger cuaderno y bolígrafo e ir a por todas.
Puedes leer libros o escuchar a gente que ya lo logró y modelarlos. Yo te invito a que te unas a la tribu “INVIVEN” y que te animes a cursar la formación para convertirte en “Instructor de Vivencias en Positivo”.
Tú sabrás qué es lo que quieres hacer ahora. Patada en el culo y para adelante.
Será un placer acompañarte desde la Tribu “INVIVEN”. Recuerda que, si no quieres conformarte con las migajas, puedes matricularte en la formación online “INVIVEN “(Instructores de Vivencias en Positivo) que cuenta con el aval de la Universidad Europea Miguel de Cervantes.
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