Instructores de vivencias en positivo
En el episodio de hoy te hablo de la mejora personal.
Escúchate por unos instantes: aíslate del ruido exterior y céntrate en el sonido de tu interior. Dime lo que has sentido. ¡Exacto: un latido!
Ese latido es el sonido del motor de tu coche que está encendido, vibrando y preparado para saltar a la pista.
Imáginate los detalles de ese coche que ruge dentro: si tiene alguna abolladura, la pintura desconchada en alguna zona, etc. Estoy seguro que hay un modelo en concreto que se ha pasado por tu cabeza. Yo tengo muy claro cuál es: un “Ferrari”.
Es posible que la sociedad te haya hecho creer que eres un “seiscientos” maltrecho y averiado; un coche venido a menos, de segunda mano.
Sin embargo, yo estoy convencida de que eres un “Ferrari”. Sólo falta que tú te lo creas: que alcances la mejora personal que necesitas.
Seguro que hay mucha gente que va diciendo por ahí: “por mucho que desees algo no vas a lograrlo”. ¿Por qué no? ¿Porque ellos lo digan? ¿Porque ellos no lo han logrado? Quizás ni siquiera lo desearon con la suficiente intensidad o los venció el miedo al éxito.
Para que tu “Ferrari” funcione adecuadamente, y alcances un nivel de mejora personal adecuado, debe tener varios de sus componentes en perfecto estado. Uno de esos componentes son las ruedas. Tu “Ferrari” tiene cuatro ruedas: desarrollo personal, desarrollo profesional, relación de pareja/familia y creencias limitantes.
O las cuatro ruedas están bien o el “Ferrari” se queda en “boxes”. Y, si no, recuerda cuando alguna no estaba lo suficientemente bien: tu coche iba “a trancas y barrancas”.
Cuando una de las ruedas no nos funciona como debería (por ejemplo, el desarrollo personal), nos solemos centrar en otra que sí lo esté (por ejemplo, el desarrollo profesional) porque pensamos que así compensamos. Pero lo que sucede en realidad es que el coche no funciona correctamente.
Hasta ahora, nadie nos enseñó a trabajar nuestro desarrollo personal ni nuestra inteligencia emocional; era algo que se consideraba “mucho menos importante” que las matemáticas o la historia. Incluso, cuando decides trabajarlo, los demás te suelen tachar de loco por contar tus emociones, buscar tu mejora personal para alcanzar la excelencia y andar por el mundo dando las gracias y pidiendo perdón.
Si quieres ser un “Ferrari” deberás trabajar en las cuatro ruedas y arrancar de cuajo las creencias limitantes que nos han ido sembrando desde que nacimos. Pero, recuerda: tienes que trabajar las cuatro sin olvidarte de ninguna.
No todos los talleres van a poder ponerte a punto el “Ferrari”. Algunos se limitarán con ponerte pegatinas muy bonitas pero no van a conseguir que el coche avance.
Aparte de las ruedas vamos a necesitar otros componentes para que nuestro “Ferrari” se ponga a 300 Km/h: un motor, GPS, combustible, música y un copiloto.
El motor es tu pasión. El que dicta quién quieres ser y el legado que quieres dejar en el mundo cuando ya no estés. Lo que te hace rugir. Se encuentra a medio camino entre el corazón y las tripas. Demuestra al mundo cómo suena tu motor.
El motor te va a dar la fuerza para ir donde quieras, pero debes de saber dónde quieres ir. TÚ, nadie más. Por eso necesitas un GPS: la parte más racional de tu ser.
También vamos a necesitar combustible. Pero el combustible correcto ya que algunos vehículos son de gasolina y otros diesel. El combustible es de lo que te nutres. Y debes tener el depósito de tus neurotransmisores lleno para no andar como en una montaña rusa emocional.
Pero viajar sin música de fondo no es lo mismo. Por eso debes decidir qué es lo que vas a escuchar durante el viaje: los libros que lees, los podcast que escuchas, las formaciones que realizas…todo ello debe de ir acorde al tipo de vehículo que quieras para ti. Puede ser música del montón (que se olvida enseguida) para un utilitario de segunda mano; o una sinfonía que todo el mundo recordará durante los siguientes siglos para tu flamante “Ferrari”.
Por último, vas a necesitar un buen copiloto. Y no vale cualquiera: hay personas que estarían todo el trayecto diciéndote: “¡Cuidado!”, “¡Frena!!, “No vayas tan deprisa”…metiéndote tanta mierda en la cabeza que termines decidiendo que dejas el “Ferrari” en el garaje para que no te lo roben.
Cuando decidas la persona que comparta contigo el camino, deberás ponerle los límites de forma adecuada para que comprenda que sólo puede llevar uno el volante. Y esa persona eres TÚ.
Puede que por el camino tengamos algún percance: un rayón, un pinchazo, algún problema mecánico…no pasa nada. Cada cicatriz de tu vida sólo habla de lo que has vivido y te recuerda que mereció la pena.
Es el momento de ser el coche que quieres ser y de alcanzar la mejora personal que te mereces. Sé que te puede dar miedo y que puedes estar escuchando mensajes desde fuera que te quieren convencer de lo que no eres. Esos mensajes no dicen nada de tu “yo real”, sólo retratan a quien los emite: son su mierda. Así pues, como diría mi amigo Mario San Miguel: “envuélvesela y devuélvesela, que es suya”.
Te toca a ti. ¿Qué coche quieres ser?
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