Instructores de vivencias en positivo
El dominó es un juego en el que debes decidir qué pieza, de las que tienes en tu poder, colocar en la mesa en función de una serie de reglas con el objetivo de deshacerte de todas ellas antes que tus rivales.
Hoy quiero hacer que te plantees cómo es el dominó de tu vida. Pero no con las reglas clásicas, sino jugando a poner las piezas en pie, una detrás de otra. De manera que, al empujar una de ellas, el resto caen progresivamente. ¿Te suena?
En más de una ocasión he sufrido de la experiencia frustrante de tener todas mis piezas bien colocadas, pensando que, con derribar una de ellas, las demás irían cayendo sin más. Y no fue así.
Hay que pensar que cada una de las piezas del dominó sólo podrá tirar una pieza a su vez.
Este concepto es muy potente y es muy importante que lo entendamos bien para saber que, si empezamos tirando piezas y hay una interrupción en alguna de ellas, da igual la fuerza que imprimiste para tirar la primera, la secuencia se detendrá inexorablemente.
Puede haber miles de circunstancias que descoloquen una de las piezas del dominó de nuestra vida y sólo una consecuencia: las piezas dejarán de caer a partir de ese punto.
Ante la rabia y la frustración de ver cómo se detiene la cadena de piezas caídas, pensamos que tendremos que comenzar de nuevo recolocando las piezas ya caídas en su lugar original.
La mala gestión de esa frustración puede traernos consigo la tentación de dejar de jugar con el dominó por considerarlo algo demasiado complejo.
El diálogo de fondo que estableces contigo misma en esas circunstancias se basa en el “yo no valgo” y puede tener consecuencias catastróficas.
Pero, ¿por qué empezar de cero?
Nadie puede volver al pasado y cambiar las cosas (eso sólo pasa en algunas pelis memorables). La realidad es que el pasado es invariable.
La opción es cambiar nuestros pensamientos y dejar de lado las lamentaciones y la autoculpa para valorar la forma de seguir tirando fichas desde el punto en el que se detuvo la cadena.
Un solo paso cada vez, no todo de golpe.
Y, si vuelve a haber otra interrupción más adelante, recordar que tenemos la solución en nuestras manos (y, antes, en nuestras mentes).
La vida es así: un cúmulo de circunstancias externas que te van sucediendo y a las que debes de dar la mejor respuesta posible.
La vida te va lanzando pelotas para que hagas malabarismos. Y es casi pueril pensar que no se te caerá nunca ninguna de ellas.
Pero, en vez de abrazar los pensamientos que nos dicen que no valemos para nada y nos incitan a romper con todo y empezar de cero (tábula rasa), ¿por qué no seguir adelante asumiendo lo pasado como experiencia valiosa?
Tienes que vivir tu vida y no la de nadie más. Esa es la diferencia: tu vida es única; el dibujo que formarán las piezas de dominó según vayan cayendo es irrepetible. Con sus cosas buenas y sus cosas malas.
No busques la perfección ni luches para que tu dibujo sea un calco del de otra persona. Eso es un grave error.
Asumir que no debes de buscar la perfección en la vida te dará una paz y una calma interior que te permitirá ser más quien quieres ser. Sin comparaciones que valgan.
Te permitirá, además, que dejes de preocuparte por muchas de las cosas que hoy en día te están robando el tiempo y la energía y pasarás a ocuparte de lo que de verdad es importante.
Recuerda que eres MEDECs (mortal excepcional con derecho a cagarla muchas veces) y no juegas en la liga de la perfección (eso es para héroes).
Pon foco sólo en la siguiente pieza. Una sola; lo demás no existe.
Será un placer acompañarte desde la Tribu “INVIVEN”. Recuerda que, si no quieres conformarte con las migajas, puedes matricularte en la formación online “INVIVEN “(Instructores de Vivencias en Positivo) que cuenta con el aval de la Universidad Europea Miguel de Cervantes.
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