Instructores de vivencias en positivo
Seguro que has oído en más de una ocasión que si tocas el fuego, te vas a quemar. Y es cierto, hasta un determinado punto. Porque puede que algún tipo de anestesia lo evite.
Imagínate que vives una experiencia en la que acercas tu mano al fuego y, como te quemas, la retiras inmediatamente jurándote que no volverás a acercarla de nuevo.
Un tiempo después, la incertidumbre te puede hacer cuestionar lo que ocurriría si volvieras a poner la mano en el fuego. Ante la duda, vuelves a ponerla y te reafirmas en lo que sabías, reforzando el juramento de no volver a hacerlo jamás de los jamases.
¿Seguro?
También podría haber pasado que, debido a la exposición al calor extremo, los receptores de tu piel se hubieran lesionado volviendo insensible al calor y al dolor a tu mano.
En este caso, como sufres de una anestesia, podrías volver a acercar la mano al fuego sin sentir ningún tipo de dolor. Otra cosa es que, pasado el tiempo suficiente, tu mano acabaría achicharrada y hecha cenizas.
Hoy te quiero hablar de un tipo de anestesia similar: la anestesia emocional.
Parece que, a día de hoy, se ha puesto muy de moda lo de ser empático. Hasta un punto que se ha vuelto casi una obligación.
La empatía es la capacidad para colocarte en el lugar del otro y sentir lo mismo que dicha persona.
Sin embargo, yo pienso que, aunque logremos ponernos en los zapatos de otro, nunca vamos a ser capaces de sentir lo que siente esa persona.
Eso no quita para que no debamos de hacer esfuerzos por escuchar y aconsejar a la persona que lo necesite.
A lo que yo denomino “anestesia emocional” es el proceso por el que cualquier cosa que le pase a los demás te resbala por completo. Has puesto tanto la mano en el fuego que ya no tienes receptores sensitivos.
Si empiezas a notar que todos los días te resultan igual, hay que encender las señales de peligro. Es probable que estés generando una indiferencia preocupante.
Cuando te cierras emocionalmente a otras situaciones y te das cuenta de que es un proceso que llevaba un tiempo generándose en tu interior, puede que sea demasiado tarde.
En esos momentos, es necesario un estímulo emocional muy potente para que puedas despertar de tu anestesia emocional.
Lo más triste es cuando las personas deciden voluntariamente no sentir nada y se resignan a vivir anestesiados y sumidos en una existencia gris hasta que llegue el día de partir de este mundo.
Plantéate que quizás sea mejor sentir un poco de dolor a vivir completamente anestesiado. El dolor se puede tratar sin tener que dejar de sentir del todo.
Vuelve a sentir que la vida sucede a tu alrededor y no te conformes con una existencia anestesiada y vacía; de rutinas establecidas y falta de sorpresa.
La vida merece la risa ser vivida, créeme.
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