Instructores de vivencias en positivo
¡Qué vergüenza nos generan los halagos, ¿verdad?!
Lo pasamos fatal ante los elogios y los halagos: el corazón se acelera y nuestra piel se congestiona adquiriendo la tonalidad de un tomate.
Y es que no estamos acostumbrados a recibir un halago, con lo que nos vemos un poco perdidos y sin saber muy bien qué hacer o cómo reaccionar.
Hay estudios que dicen que, a lo largo de nuestra vida, escuchamos seis palabras en negativo por cada palabra positiva. Y así es muy difícil acostumbrarse.
El problema surge cuando, ante la falta de costumbre, nos volvemos locos buscando el halago de los demás en todo lo que hacemos. Y esa no es una buena motivación para hacer las cosas.
Buscar el halago continuo va a hacer que, a la larga, no sepas cuáles son tus verdaderos objetivos vitales y terminarás por sentirte mal contigo mism@.
Una de las reacciones más frecuentes consiste en minimizar o restar importancia al halago recibido en un alarde de ¿falsa? modestia.
¿Por qué tenemos esa necesidad, casi innata, de restarnos importancia?
La forma más fácil de aceptar un halago es con un simple “gracias”. Lo recibes como un regalo sin restarle importancia. Es algo que se puede entrenar fácilmente.
Tampoco hay que quedarse “anclado” al halago recibido durante mucho tiempo, ese sería un error y un obstáculo más en nuestro camino de desarrollo personal.
Sigue trabajando duro y utiliza el halago como motivación para seguir dando pasos en la dirección correcta; y no lo uses como un objeto de veneración y fascinación que te impida moverte.
La falta de halagos tampoco debería de ser utilizada como una excusa para salirse del camino previsto y para dejar de hacer las cosas que debes hacer.
Quizás debas plantearte que seas tú el que pidas el halago en vez de estar esperando inmóvil a que te llegue.
Un ejercicio que me gusta mucho, y que es susceptible de repetirlo con asiduidad, es el de solicitar halagos por “WhatsApp” a un grupo de tus contactos.
Desde aquí quiero invitarte a que descompenses la balanza hacia el otro lado y te esfuerces en dar seis halagos por cada palabra en negativo que pronuncies.
Y es que, si envolvemos una crítica con unos cuantos halagos, el mensaje, desde el punto de vista del receptor, va a ser más digerible. ¡Pruébalo!
Será un placer acompañarte desde la Tribu “INVIVEN”. Recuerda que, si no quieres conformarte con las migajas, puedes matricularte en la formación online “INVIVEN “(Instructores de Vivencias en Positivo) que cuenta con el aval de la Universidad Europea Miguel de Cervantes.
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