Instructores de vivencias en positivo
Confieso que yo lo soy, que soy un poco “cagaprisas” y que soy la primera que tengo que aprender que no se puede conseguir todo enseguida.
Cuando tengo una ilusión muy grande, muchas veces quiero llegar a la meta antes de que se haya dado el pistoletazo de salida.
Pero las cosas no son así y también se puede aprender a tener paciencia: a tirar de freno para que el “Ferrari” no se salga en la siguiente curva por exceso de velocidad.
Cada cosa tiene su propio tiempo de latencia y que no hayas conseguido aún algo no significa que no lo vayas a conseguir en un futuro. Por lo tanto, relájate un poco y asume el “aún”.
La sociedad de la inmediatez en la que vivimos no ayuda para nada. Cuando escribimos un mensaje a través de wassap esperamos contestación inmediata o nos pasaremos los siguientes minutos revisando si hemos recibido contestación por la otra parte.
Un mensaje no contestado es una fuente de pajas mentales para un cagaprisas. El tiempo se alarga y la paranoia campa a sus anchas a la hora de inventar posibles causas para esa falta de respuesta.
Debemos pensar que no importa tanto cuándo llegará la respuesta, que llegará tarde o temprano, sino que debemos centrarnos en el hecho de que hemos expresado nuestras emociones y punto.
Los “cagaprisas” solemos tener la sangre muy revolucionada con demasiada frecuencia y eso nos depara que metamos la pata en más de una ocasión.
Por eso nos viene muy bien ir con gente más calmada para que se produzca una simbiosis valiosa: ellos nos enlentece un poco y nosotros les aceleramos otro tanto.
Una forma muy gráfica para comprender (y hacer comprender a otros, como a los niños por ejemplo) que las cosas en la vida llevan un tiempo es hacer el típico experimento de ciencias de cultivar una lenteja en un tarro con algodón y agua.
A través del cristal se puede ir viendo cómo la raíz crece día a día. Pero, si pretendes ver la planta desarrollada nada más depositar la lenteja en el algodón, descubriremos que así no es como funciona.
Por muchas veces que lo mires (puedes ir a echar un vistazo cada cinco minutos si eres muy “cagaprisas”) no vas a conseguir que el proceso se acelere. Por más agua que le añadas, no vas a conseguir más que ahogar a la pobre lentejita.
Otro ejemplo es la planta de bambú, a la que le toma seis años asentar bien sus raíces sin apenas crecer fuera de la tierra antes de pegar un “estirón” de metros en pocos meses.
La realidad no es que haya crecido tanto en tan poco tiempo. Eso sólo lo pensaría un buen “cagaprisas”. La realidad es que ha estado creciendo durante los siete años y sólo en los últimos meses ha manifestado todo ese crecimiento al exterior.
La constancia consiste en que hagas las cosas que tienes que hacer independientemente de si te apetece o no.
Si dejas las cosas para hacerlas sólo cuando te apetece, la mayoría de ellas quedarán sin hacer.
La disciplina es la base del éxito y supone que muchas veces haya que hacer lo que tenemos que hacer a pesar de que no nos apetezca ni un ápice.
No ser un “cagaprisas” que corra demasiado no niega la máxima de “mejor hecho que perfecto”; la paciencia no tiene nada que ver con la postergación.
En algunos casos en los que tenemos que dar un paso adelante para salir de la zona de comodidad, ser un poco “cagaprisas” puede venir muy bien.
Y si te equivocas por ser un poco “cagaprisas”, recuerda que puedes hacer un aprendizaje y sacar algo bueno de ello.
Todas las personas tenemos un líder dentro. Y ese liderazgo es diversidad: es un estilo de liderazgo distinto para cada uno. Recuerda el Café INVIVEN 038. Marta García Valenzuela y el liderazgo inclusivo.
Acércate a personas que sean distintas para generar simbiosis: si eres un “cagaprisas” busca gente más tranquila.
Será un placer acompañarte desde la Tribu “INVIVEN”. Recuerda que, si no quieres conformarte con las migajas, puedes matricularte en la formación online “INVIVEN “(Instructores de Vivencias en Positivo) que cuenta con el aval de la Universidad Europea Miguel de Cervantes.
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