Instructores de vivencias en positivo
Ya conocéis a Eduardo Infante por su anterior visita a este café. Os recuerdo que él es filósofo e imparte clases en Bachillerato. También conocéis su “Filosofía en la calle” y, como acaba de publicar su nuevo libro “No me tapes el sol: cómo ser un cínico de los buenos”, se ha vuelto a asomar por aquí para celebrar que cumplimos un año de cafés.
El cinismo es una escuela filosófica que puede aportar valor a muchas personas en estos tiempos tan inciertos en los que vivimos.
Lo que entendemos hoy por ser cínico no tiene nada que ver con el concepto que se tenía originalmente en la antigua Grecia. El concepto ha evolucionado y ha adquirido connotaciones muy negativas, hasta terminar significando justo lo contrario.
En la antigüedad, ser cínico significaba ser una persona totalmente comprometida con la verdad. La única característica del cinismo clásico que ha pervivido hasta nuestros días es que no sienten vergüenza ante la mirada inquisitoria de la manada.
Lo que pasa es que en la antigüedad, los cínicos no sentían vergüenza para decirle la verdad a los poderosos y denunciar la corrupción; mientras que, en la actualidad, un cínico es aquel que no siente vergüenza a la hora de mentir y cometer injusticias.
La ironía, y el humor bien destilado, es un ingrediente fundamental para esta escuela de pensamiento. De hecho “cínico” en realidad significa “perro” por lo que el cinismo es la escuela de vida para todo aquel que piensa que, cuanto más conoce a los hombres, más quieren a su perro.
El cinismo combate a los tiranos: a los exteriores, que son más evidentes; pero también a los que habitan dentro de cada ser humano.
Uno de los tiranos internos más importantes es el deseo. La gente piensa que el deseo es algo que les representa. Sin embargo, en esta sociedad actual, muchas veces lo que deseamos es lo que los demás desean que deseemos.
La posibilidad de satisfacer de una forma inmediata los deseos, que es una característica bastante infantil, gracias a los adelantos tecnológicos, está infantilizando a la sociedad en su conjunto.
Porque nos vemos sometidos al deseo por nuestra creciente incapacidad para postergarlo. Cuando debería ser al revés: que nosotros dominemos el deseo mediante la reflexión adecuada.
Cuando un deseo se razona y se reflexiona sobre él, podremos determinar si ese deseo encaja con nuestra biografía: con esa persona que queremos construir; y con nuestro fin en la vida.
Y es que, curiosamente, somos muy buenos a la hora de comparar los medios pero no lo somos tanto cuando comparamos los fines que deben orientar nuestras vidas.
El otro tirano interno que más se proponía combatir el cinismo es la vergüenza a actuar de forma correcta por el “qué dirán”.
Muchas de las modas y las convenciones sociales son seguidas de una manera completamente irracional cuando, si las analizamos con seriedad, nos daríamos cuenta de que no tienen ningún sentido de ser.
El cinismo siempre ha criticado aquello que la sociedad considera erróneamente como importante. Para un cínico, lo único importante es la virtud.
La virtud es un término que también ha perdido su significado original, que se consideraba que era el estado en el cual, una vez alcanzado, no se podía crecer más.
Desde los tiempos de Sócrates y Platón se ha debatido acerca de si la virtud puede ser enseñada o no. A pesar de que parece algo muy difícil de enseñar, debemos hacer un esfuerzo por recuperar las virtudes que hemos perdido como sociedad a lo largo del tiempo.
Apúntate a este café y descubre el significado verdadero del cinismo.
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