Instructores de vivencias en positivo
Juan Carlos Caballero es médico geriatra e internista. Toda su vida la ha dedicado al cuidado y al acompañamiento de las personas mayores.
La idea que tenemos de las personas mayores ha venido cambiando con el tiempo. De manera que el punto de corte etario ha aumentado considerablemente en las últimas décadas.
Tanto es así que la OMS se está planteando realizar un cambio en la edad en la que acaba la edad adulta, que ahora la sitúan en los 65 años.
Esto se debe, en parte, a la mejoría de la calidad de vida y de los cuidados sanitarios.
Hoy se podría considerar que la edad anciana empieza a partir de los 75 años.
Este segmento de edad es especialmente frágil y uno de los que más han sufrido las consecuencias negativas del confinamiento por la Covid-19. Tanto a nivel físico como emocional.
El alejamiento prolongado de los familiares y seres queridos agrava especialmente el decline cognitivo y otras alteraciones psíquicas que muchas de estas personas sufren en un grado u otro.
Muchos de los ancianos que han fallecido durante la pandemia, lo han hecho infectado por el virus pero no todos habrán fallecido a causa del virus de una forma directa.
Los mayores que residen en residencias tienen diagnosticados de promedio siete enfermedades y toman once fármacos diferentes al día de media.
En estas circunstancias, el coronavirus ha sido el gatillo que ha hecho estallar una bomba fisiopatológica compleja.
El hecho de que muchas personas no se hayan podido despedir de sus familiares fallecidos, viviendo como vivimos en una sociedad de intensa tradición cristiana, ha producido una afectación psicológica muy intensa en gran parte de la población.
El 18% de la población española son mayores; de ellos, el 25% tiene fragilidad, que quiere decir que están a un paso de la dependencia. Unos números que sobrepasan la capacidad social y de cuidados que necesitarían.
Con este panorama, la única solución posible es que se refuerce la atención socio-sanitaria, y no sólo la sanitaria, para favorecer el cuidado domiciliario y fuera de los centros residenciales.
Los servicios sociales deberían de estar mucho más integrados y coordinados con los servicios sanitarios.
Otro de los problemas que asolan a este sector de edad es el agobio que les causa la “obligación” de tener que cuidar de sus nietos como lo hacían con sus hijos. Es un error: los abuelos deben de disfrutar de los nietos sin una responsabilidad tan directa.
Apúntate a este café y acércate a la realidad de nuestros mayores.
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